Habilidades para la vida


Desde los modelos de salud mental y bienestar positivo se plantea que los sujetos tienen potencialidades para afrontar las demandas vitales y construir un entorno relacional saludable. Los sujetos y los grupos cuentan con habilidades, competencias y recursos para afrontar la vida social, académica, profesional y las situaciones de emergencia. (López Bedoya y Cardona Quitián, 2017, Oliva Delgado, 2015; Oliva Delgado y otros, 2011). Desde esta perspectiva de abordaje en salud mental, se encuentra que el interés no debe centrarse únicamente en la vulnerabilidad, lo patológico o lo disfuncional, sino en aquellos elementos con que cuentan los sujetos para asumir los problemas y sostener su satisfacción vital. 

En el marco de esta perspectiva, se encuentra que el interés en las acciones para el cuidado de la salud mental no debe centrarse únicamente en la vulnerabilidad, lo patológico o lo disfuncional, sino en aquellos elementos con que cuentan los sujetos para encarar los problemas y sostener su satisfacción vital. En este sentido, se propone una línea programática en el contexto universitario direccionada al fortalecimiento de los recursos psicosociales que le permitan a los estudiantes gestionar el conflicto y la adversidad de manera constructiva y desde el desarrollo de las habilidades para la vida.

Habilidades para la vida es una estrategia impulsada por la Organización Mundial de la Salud- OMS para la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. En los años 90, la OMS definió las Habilidades para la vida como “habilidades para el comportamiento positivo y adaptable, que permiten a los individuos afrontar de manera efectiva las exigencias y los retos de la vida cotidiana (OMS, 1994, 5).

En años posteriores la OMS en cooperación con la UNESCO, UNICEF y el Banco Mundial amplían la comprensión de las habilidades para la vida y las asocian con “Grupo de competencias psicosociales y destrezas interpersonales que pueden orientarse hacia acciones personales, interpersonales y aquellas necesarias para transformar el entorno de manera que sea propicio para la salud” (OMS, 2003, 3). Esta última denominación y la introducción del concepto competencia psicosocial subraya el carácter relacional de estas habilidades y su importancia para la comprensión de un mundo interconectado, globalizado y cambiante, haciendo énfasis en la competencia como un saber y un saber hacer en contexto. (Martínez-Ruíz, 2014)

La línea de habilidades para la Vida y resiliencia buscar fortalecer en nuestra comunidad universitaria las siguientes habilidades:


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  • Toma de decisiones: evaluar distintas alternativas, teniendo en cuenta necesidades, capacidades, criterios y las consecuencias de las decisiones, no sólo en la vida propia sino también de los otros.
  • Pensamiento crítico: es la habilidad de analizar información, situaciones y experiencias e interpretar lo que está a nuestro alrededor. El pensamiento crítico contribuye a la salud y, porque ayuda a reconocer y evaluar los factores que influyen en nuestras actitudes y comportamientos y los de los demás Implica hacerse preguntas, ver alternativas y no aceptar las cosas de manera prefijada sin un análisis cuidadoso en términos de evidencia, razones y supuestos.
  • Pensamiento creativo: consiste en el uso de la razón, las emociones, sentimientos, intuición, fantasías, entre otros, para ver las cosas desde perspectivas diferentes, que permitan inventar, innovar y emprender con originalidad. Contribuye en la toma de decisiones y en la solución de problemas, lo cual permite explorar las alternativas disponibles y las diferentes consecuencias de nuestras acciones u omisiones. Ayuda a ver más allá de la propia experiencia directa, y aun cuando no exista un problema, o no se haya tomado una decisión, el pensamiento creativo ayuda a responder de manera adaptativa y flexible a las situaciones que se presentan en la vida cotidiana.
  • Autoconocimiento: conocer mejor nuestro ser, carácter, fortalezas, oportunidades, actitudes, valores, gustos y disgustos; construir sentidos acerca de nuestra persona, de las demás personas y del mundo. Desarrollar un mayor conocimiento personal facilita ver los momentos de preocupación o tensión. A menudo, este conocimiento es un requisito de la comunicación efectiva, las relaciones interpersonales y la capacidad para desarrollar empatía hacia los demás.​









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  • Manejo de emociones y sentimientos: Esta habilidad implica el reconocimiento de los sentimientos y emociones propias y las de los demás, contribuyendo a ser conscientes de cómo éstos influyen en nuestro comportamiento social y a responder a ellos en forma asertiva de acuerdo con el contexto y las situaciones.
  • Empatía: Esta capacidad implica el reconocimiento del otro, comprender las situaciones, emociones de las personas y responder de forma solidaria, de acuerdo a las circunstancias. La empatía en un mundo globalizado implica el reconocimiento de la diversidad, el respeto por las diferencias y el desarrollo de sensibilidad intercultural.
  • Manejo de tensiones y estrés: Esta habilidad facilita la identificación de las fuentes de tensión y estrés en la vida cotidiana, implica saber reconocer sus distintas manifestaciones, y encontrar maneras de responder a ellas de forma saludable.​


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  • Relaciones interpersonales: Esta competencia ayuda a mantener vínculos positivos con las personas con quienes se interactúa; comprende la habilidad necesaria para iniciar y mantener relaciones armónicas que son importantes para el bienestar, a conservar interacciones favorables con los otros significativos como fuente importante de apoyo social.
  • Comunicación asertiva: Se encuentra relacionada con expresar de manera clara, y en forma apropiada al contexto y la cultura, lo que se siente, piensa o necesita y saber escuchar e interpretar lo que se siente, piensa u ocurre en determinada situación.
  • Resolución de problemas: transformar y manejar los problemas y conflictos de la vida diaria de forma flexible y creativa, identificando en ellos oportunidades de cambio y bienestar. Esta habilidad se relaciona con la capacidad para resolver conflictos en formas constructivas, creativas y pacíficas.
  • Es importante clarificar que las habilidades para la vida tienen una especificidad contextual, es decir sus manifestaciones y expresiones están medidas por los valores, las costumbres, las creencias de cada entorno cultural, en este sentido el fomento de estas debe estar articulado a los territorios y las prácticas socio culturales de los mismos.​